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Mi coño se hace agua y necesito apagar el fuego que me abrasa las entrañas. En la cama frente al espejo subo y abro las piernas, sobre los almohadones, mi amiguita de turno acaricia mi ya húmedo y palpitante clítoris. Me abre el coño, deja expuestos los labios mi clítoris, que aumenta su tamaño por el placer que me da su dedito, una viscosidad brillante emana de mi agujerito, su dedo está completamente impregnado de mis jugos. Lo distribuye a lo largo de mi rajita y me abre los labios dejando al descubierto mi inundada cueva y no deja de acariciarme, mientras mete un consolador de dos cabezas en mi coño y se mete la otra parte en su propio coño, nos movemos lento una contra la otra sintiendo como el consolador entra más y más en nuestros coños.
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