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Los espacios de las rejas donde toma café el preso son medidos, austeros, de mentira y acero, fabricados en la cuna de Miento, ciudad natural de ¿Dónde fui? porque dejan la piedra en el ridículo del preso, en su visita de ?bis a bis?, en paseos del patio en la mañana, en almanaques Michelin de playas y pechos. La medida que separa un corazón enfermo en sus cañas perdido el recuerdo dejó de ser sano cuando dejó de entender huecos, espacios, respiración, aroma y aliento, palabra repetida, dilo otra vez porque con una no alimenta, ¡mentira! lo hace pero con rara cucharilla, de plata y aperitivo, de postre antes del almuerzo, de ciego antes que de muerto. La norma que entiende la razón de lo imposible la sitúas tú, dueña de tus propios mares, de tus pulpos, de erizos imposibles que la piel no erizan, y de fondos abisales donde las ranas no llegan ni queriendo, ni soñando, ni alcanzando a ver el azul denso.
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